Cada vez que llegamos al mes de noviembre se recuerda un acontecimiento muy especial: la caída del Muro de Berlín. Fue un 9 de noviembre del año 1989 cuando miles de berlineses decidieron no esperar hasta el día siguiente, en el que se iban a abrir las fronteras, y acabar con sus propias manos con aquel muro de la vergüenza.
La mayoría de las ciudades, en sus orígenes, o bien nacían en una zona poco accesible, por aquello de mejorar la defensa, o bien nacían junto a un río, por aquello de solucionar el problema del abastecimiento de agua. Bruselas, al igual que otras grandes capitales de Europa como Madrid, París o Roma, también nació al amparo de un río.
La Grand Place de Bruselas es un lugar que abruma, tanto de día como de noche. De todos los edificios que componen esta maravilla de plaza, es difícil quedarse con uno, aunque sin duda alguna el Ayuntamiento y su espectacular fachada es el más fotografiado. Un Ayuntamiento, por cierto, con más de 400 años.
Cuando el reinado de Carlos V tocaba a su fin, cuando el famoso emperador sabía que se acercaba su hora, decidió que era momento de dar a conocer al que iba a ser su heredero, su primogénito Felipe. Así es como decidió presentar a su hijo en sociedad, viajando por las principales ciudades de su vasto imperio.