La romántica y triste historia de Pedro I e Inés de Castro

Escrito por: Xavi    10 febrero 2013     2 minutos

Si visitáis el Monasterio de Alcobaça en Leiria, considerada como una de las Siete Maravillas de Portugal, encontraréis varias tumbas de reyes, reinas e infantes de la historia de Portugal. Pero una de las tumbas, o túmulos como se dice en portugués , que más llama la atención y más gente tiene alrededor es la tumba de Inés de Castro.

¿Quién era esa mujer? ¿Por qué tanto interés en ella, y porque ese sarcófago tan bonito? Pues Inés de Castro llegó a ser una de las mujeres más famosas de la historia de Portugal por robarle el corazón al rey Pedro I, y llegó a ser un motivo de conflicto nacional. Y todo eso despertó tanto interés que hoy día la historia se mezcla con la leyenda, lo real con lo sobrenatural.

La belleza de esta noble gallega, que llegó a Portugal como dama de compañía de Alfonso IV El Bravo, volvió a loco al príncipe Pedro, que pese a que estaba casado, la tomó como amante. Cuando su por entonces esposa, Constanza, falleció en un parto, Pedro decidió casarse con Inés de Castro y convertirla en su princesa. Lo hizo, tras varios años y la desaprobación de su padre, y aquello le terminaría costando la muerte a su amada.

Porque el rey Alfonso IV, temeroso de esta mujer y de lo que podía provocar su llega al trono, ordenó su asesinato. Ocurrió en Coimbra, cerca de un lugar conocido como la Quinta das Lagrimas y que hoy podéis visitar también. Allí apuñalaron a Inés de Castro, y la muerte de ésta provocó una guerra civil entre padre e hijo.

Justo en este punto es donde la leyenda toma fuerza sobre la historia. Y dice la leyenda que Pedro derrotó a su padre, aunque no fue así, pues firmaron la paz antes y Pedro no subió al trono hasta que le tocó, tras la muerte de Alfonso. Y dice la leyenda que una vez en el trono, exhumó el cadáver de su amada, la sentó junto a su lado en el trono y la coronó, siendo la primera reina a título póstumo de la historia.

Mitad leyenda, mitad realidad, lo cierto es que el amor de Pedro I por su amada Inés se refleja en esa tumba que podéis ver. Una tumba en el crucero de uno de los rincones más importantes de Portugal, en un lugar destinado a las más altas personalidades, pero donde hay una reina que nunca fue tal. El amor, ¡qué cosas tiene!.

Foto | Flickr – Amaianos


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