La torre del fantasma, un misterio de Buenos Aires

La torre del fantasma, un misterio de Buenos Aires

Escrito por: ldelpino    23 abril 2013     4 minutos

Buenos Aires es una ciudad llena de misterios, leyendas y fantasmas, uno de los más conocidos habita en el Barrio de La Boca, es conocido por muchos como el fantasma de la torre.

La Boca es uno de los barrios más visitados por el turismo, sus calles coloridas y sus conventillo se han vuelto un símbolo del país, un barrio que se desarrollo gracias a la llegada de los inmigrantes a comienzos del siglo XX y del estadio de fútbol de Boca Juniors, desde donde salieron famosos jugadores a nivel mundial.

La torre de La Boca es un edificio que fue conocido por una particular leyenda que ha perdurado por años. En la avenida principal se puede ver este viejo y misterioso edificio. En la intersección de la Avenida Almirante Brown y las calles Wenceslao Villafañe y Benito Pérez Galdos se encuentra esta casona, con aspecto de castillo, cuya torre nos recuerda a una ficha de ajedrez.

La historia comienza por el año 1910 cuando en la ciudad de Buenos Aires vivía María Luisa Auvert Aurnaud, una joven estanciera que habitaba un palacete. Ella era muy ambiciosa, disfrutaba realizando acciones que permitieran incrementar su fortuna. Un día un hombre le ofreció comprar un terreno en La Boca, ella accedió, el objetivo era construir una vivienda colectiva y comenzar a desarrollarse en el negocio inmobiliario.

Una vez comprado el terreno contrató a un arquitecto catalán llamado Guillermo Alvarez. Una vez terminado el edificio la mujer quedo tan satisfecha que decidió irse a vivir allí, dejando de lado el negocio de rentar habitaciones.

Después de varios años la señora Auvert abandonó el edificio en silencio, según los vecinos se empezaron a escuchar gritos de sustos que partían de la mujer o de sus sirvientes.

Cuando se fue a vivir a su estancia le pidió que el edificio se vendiera, por eso dividió la estructura en distintos departamentos, a partir de ese momento la torre contó con nuevos inquilinos, muchos de ellos artistas o inmigrantes.

En el último piso vivía Clementina, una pintora que armó su atelier en el lugar. Ella pasaba gran parte del día en su atelier, por las tardes tenía la costumbre de salir a tomar un café en el bar de enfrente. La bella joven, además de pintora, estudiaba historia de las artes. Un día una periodista, llamada Eleonora, quiso hacerle un reportaje, ella, gustosa, la invitó a conocer el ambiente artístico.

Clementina y Eleonora subieron al atelier, ahí le mostró algunas obras que ya estaba terminada a las que la periodista fotografía. Días más tarde comenzaron a suceder hechos misteriosos, nuevamente los vecinos comenzaron a escuchar gritos. Finalmente Clementina se arrojó al vacío muriendo por el golpe. Todos en el barrio quedaron sorprendidos, porque nada hacia pensar que podía tomar esa decisión.

Pero el misterio no termina ahí, cuando Eleonora recibe las fotografías que había mandado a revelar se encuentra con una sorpresa. Uno de los cuadros estaba rodeado por tres duendes, a partir de ese momento la periodista comienza a investigar la muerte de Clementina.

Consultando con los vecinos se encontró enteró que el edificio había tenido una antigua dueña que, una noche, se fue a vivir a su estancia. Eleonora decidió seguir con ese paradero, y tras una entrevista pautada viaja a la estancia.

Mientras hablaban Auvert le pregunta a Eleonora si creía en los duendes, a los que responde negativamente. En ese momento le comienza a narrar una vieja leyenda de Cataluña que cuenta que en los bosques de los Pirineos viven los follets, unos pequeños duendes que siempre duermen en los hongos de setas. Los duendes son muy colaboradores, salvo cuando se alteran que comienzan a realizar todo tipo de travesura.

Mientras la señora Auvert vivía en la casona de La Boca los duendes la ayudaban hasta que uno quiso propasarse con una sirviente, ante la mala reacción de ella el duende se convirtió en una verdadera pesadilla, poniendo en peligro la vida de todos los que habitaban en la casa.

Por esa razón Auvert decide irse de la casona sin dar demasiadas explicaciones por temor a ser tomada como loca.

Así se fue alimentando la leyenda de la Torre del Fantasma, no falta quien asegura que al pasar por ahí aun se ven a los duendes haciendo de las suyas.

Vía | Rh Buenos Aires
Foto | Flickr – Antonio