Perpiñán, la ciudad del Sur de Francia que conecta con Cataluña

Perpiñán, nombre castellanizado de Perpignan, es una ciudad que siempre ha tenido conexión con la cercana Cataluña. Durante los años 70 era el destino de muchos españoles que querían acercarse a un estilo de vida europeo, huyendo aunque fuera durante unas horas de una España que se estaba quedando atrás socialmente. Y la cercanía con la frontera española hacía que esta fuera una ciudad muy distinta, pero al mismo tiempo muy similar a las españolas.

Perpiñán es una ciudad de unos 125 000 habitantes y tiene fuertes vínculos con Cataluña y Aragón, algo que queda patente en su bandera. Un nexo cultural que pervive y que hace que muchos españoles se encuentren cómodos en ella. Está a solo 38 kilómetros de la frontera con España, así que viajar hasta allí es algo sencillo y que ocupa poco tiempo si se vive en una de estas dos comunidades autónomas o en otras cercanas.

Qué ver en Perpiñán

Si en los años 70 los lugares más visitados por los españoles eran los cines, la verdad es que Perpiñán tiene muchos lugares que visitar y disfrutar. El centro histórico es pequeño, así que se puede visitar en un día. Sin embargo, es aconsejable alargar la visita algo más para realizar excursiones al entorno de la ciudad.

Uno de los primeros lugares que resaltan en la visita es Le Castillet. Como tantas ciudades medievales, estuvo rodeada de murallas defensivas, de las que solo queda esta puerta de acceso a la zona tras las murallas. Está en el lado norte del casco histórico y además de acceso sirvió como prisión y hoy acoge el museo Casa Païral, que muestra parte de la conexión con Cataluña.

La catedral de Saint Jean destaca sobre todas las iglesias de la población. Fue construida entre los años 1324 y 1509. Cuenta con un curioso campanario con las campanas al aire libre, enmarcadas en una construcción de hierro forjado de origen provenzal que le aportan una imagen muy atractiva y diferente.

El Castillo de los Reyes de Mallorca acredita que allí estaba la sede del Reino de Mallorca, legado por Jaime I el Conquistador a su hijo. Este ordenó que se levantar el castillo el año 1276 y fue desde donde se regentaba este reino que acabó pasando a formar parte del Reino de Aragon. Durante el reinado de Luis XIV se reforzaron las defensas con murallas de ladrillo rojo.

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La fachada del ayuntamiento también es uno de los elementos arquitectónicos que hay que contemplar. Está formada por piedras alineadas, que dan forma al muro. En la base hay dos arcos que aportan un toque bastante imponente al conjunto.

Si se quiere hacer un alto y disfrutar de un refresco y algo para comer, lo ideal es ir hasta la Plaza de la República, punto neurálgico de Perpignan, donde se abren muchas terrazas. La plaza la conforman varios edificos, entre los que se pueden encontrar algunos muy recientes, pero también otros que mantienen una estructura más clásica.

Perpiñán es una ciudad que puede formar parte de una escapada muy agradable y que pese a estar en Francia cuenta con conexiones rápidas con España a través de carretera y tren.

Foto 3 | Jorge Franganillo – Flickr

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